Como todos los escritores, tengo muchísimos poemas y textos que he descartado.
No van a formar parte de libros pero dentro de los descartados están los que murieron en el cubo de la basura o papelera de reciclaje y los que aún pueden tener una nueva vida o quizá, servir a alguien.
Los voy a ir compartiendo por aquí. No me siento muy orgullosa de ellos, pero sí de que me sobrevivan al destierro y de lo que me enseñan de mí y de los momentos vividos. Esto también, soy.
—————————————————————–
Sin título XX
Yo no tengo en la letra calas que mostrarte
tampoco tengo tierras más allá de mi cuerpo abierto
vivo
no tengo la seguridad de que el abismo no vaya a encogerse
y señalarnos para cortarnos la cabeza,
ya conoces la sal con la que aliento mis cicatrices,
los pequeños pecados con los que bordo las ausencias.
No vislumbro el bosque desde mi ventana
ni tengo alfombras en el suelo de esta casa que nunca será mía,
tengo con orgullo un millón de pájaros naranjas y azules
que me recuerdan que mi mente es un ave
que avistar anocheciendo.
A estas alturas del relato no sé cortar las rosas
cuando están pronunciando su declive
bailo con los libros,
como con los libros,
hago el amor con los libros.
Y mientras la vida pasa,
yo soy solamente las páginas que he escrito
a ellas las he amado más que a ti
las he respetado más que a nadie
y ellas
como elefantes en estampida
han taladrado mi piel dejándome moratones
y olor a manada.
Si no te nombro despacio
y te construyo una balada con la música
que oigo cuando escribo cualquier poema
no existes.
Si no escribo,
nada existe.
Esta es mi realidad.
Soy como un monje a cielo abierto
en busca del mejor incunable,
solo quiero que me acunen las palabras,
méteme con ellas en la cesta
que me contagien
solo quiero ser palabra
y que mi carne sea tuya en este instante
pero a mí déjame con los que ladran y ladran
con los ojos inyectados de resistencia
vacíos de anhelos del asfalto
y repletos de abstracciones
en un eterno viaje
hacia un centro inexistente.