Oscura y clara,
como una ventana
es mi forma de caer.
Tras la herida, presumo de cicatriz.
Te cuento cómo. Te haces niño.
Te digo que fue un dragón,
que yo corté su cabeza y robé su oro
para dárselo a las ratas.
Hubiese tenido más compasión con un León,
porque es la marca de mi casa,
porque siempre está hambriento.
Porque arrebatar su diente de sabiduría
para adornar una corona
hubiese sido pecado. «El coraje del León
es la sabiduría de Dios» dijo Blake.
Pero yo maté a un dragón, mi amor.
Sansón robó las abejas y la miel,
nosotras acariciamos su dorada melena.
Si hubiese sido un León,
hubiese dicho: nuestra bestia, mi bestia.
Mi fuerza. La dama abre la boca del León,
le enseña a hablar.
No se opone a su fiereza.
Contempla cómo brama y se enfurece.
Mientras Hércules forcejea
nuestras manos palpan el sol
y lo apaciguan.
Nadie merece ser domesticado.
¿Cómo podríamos creer nosotras en un Dios
que nos viola?
Yo no soy un cisne,
ni una virgen cazadora.
Soy la gitana dormida.
Si hubiese sido un León,
hubiera rugido alrededor de él
toda la noche.